“Ser ciudadano europeo por 86 céntimos al día” no es un reclamo de ventas ni un eslogan para incitar al voto a seis meses de las elecciones europeas. Es la parte del presupuesto comunitario que corresponde a cada ciudadano europeo: 86 céntimos de euro al día. Somos 508 millones de habitantes (hasta que se consume el brexit ) y el presupuesto común para este año 2018 es de 160.100 millones de euros, menos de la mitad del presupuesto de un país como España.
Es obvio que habitantes de amplias zonas del planeta pagarían mucho más por disfrutar de la seguridad, la paz y la prosperidad del Viejo Continente. Otros tantos lo harían por gozar siquiera de una pequeña parte de la protección de derechos y libertades que brinda la UE.
Parece mentira que por 86 céntimos al día se pueda cruzar Europa de norte a sur sin tener que parar en una aduana. Saber que se tienen los mismos derechos en todos estos países, que se puede trabajar en cualquiera de ellos, beneficiarse de su sistema educativo, recurrir a su Justicia, acudir, si es necesario, a sus servicios de salud… y todo por menos de un euro al día.